viernes, 2 de octubre de 2009

GRACIELA LICCIARDI - LUZ DE FONDO

Hay libros que nos tocan, nos conmueven, nos atraviesan. Es el caso de Luz de Fondo, donde Graciela Licciardi alternativamente se despersonaliza y es llevada por la poesía, (“Parece simple /pero ahora no recuerdo dónde me dejé”,” soy una huérfana /la eterna desertora de mí misma” “ y huye para nadie”)a la que se abandona sin poder evitarlo, para regresar luego a la realidad desde otra senda, más honda, y bañarla en su nueva percepción, con el hallazgo de “las palabras,/el único sitio del encuentro”, donde lo inapresable toma forma (“todo cabe en un pequeño sol de pura cepa”), pese a la constante y aguda conciencia de la muerte:”conozco esa hierba que crece despareja / y debajo de mis pies aún preparo la tierra/ en que fui plantada para nadie” hasta “llegar a la infinita punta de escalera/ donde la vida/ me arroje sin remedio”.Esta presencia de la muerte, es sin embargo el contraste para que la vida reluzca en su máxima expresión, en su denuncia y nobleza:(“vivir de lluvia en el medio del tiempo”, “del canto salvaje del ancestro soy testigo”, “del infinito grito de los pobres /soy testigo”). Y en esta denuncia brilla la dolorosa fragilidad de lo bello, de la esperanza inocente en medio de la realidad cruel: “¿resistirá la persistencia de la flor/ sin olvidar la vida /en la casucha de chapa/ que la alberga?”, donde el dolor llega con fuerza en lo personal (”ahora las estrellas arañan mi vientre / pero sólo hasta el cielo infinito”) y en lo general. (“ las prostitutas del bajo /claman su parcela.(...)l a puerta de salida al desamparo”). Por ello se nos abre el mundo como un lugar donde el poeta se siente desvalido, sufriendo con todo lo viviente: “una lágrima intentará explotar en la cara de algún pobre”.
Sin embargo, hay algo que rescata a la poeta del temor y de la realidad sin sentido; “hay una luz de fondo / que apaga el miedo/ una sombra que se agranda /para que no me deshaga”.) aún cuando a veces el grito se vuelva perplejo(“para qué escribir estos versos...”) y se desaliente.
La memoria entonces brilla, sonríe, salva, lustra :la imagen sonriente de lo que permanece(:”un elefante azul/ se ha instalado en la conciencia/ y es feliz”), la nube amable de los juegos que siempre nos acompañará en algún sitio del corazón(”volver a los primos escondidos del pasado/ la mancha venenosa que no me tocó/ las hortensias del patio”) , los objetos cargados de sentido que producen un nudo en la garganta porque proceden del “misterioso lugar de la infancia”, como “una cama plateada /que alumbró vidas/ y apagó muertes”, “era un tacho en el que cabía la vida”, y “el enano jardinero guarda flores”.
En otras ocasiones, la memoria arrastra el dolor: “tu boca, madre, /me nombra cada noche/y te espero/aunque no vengas”“llueve en el zaguán de mi boca /y el tiempo es un puñal que me penetra”, que trasciende lo humano para volverse metafísico. Como máxima luz queda entonces el amor que desafía a la muerte, el amor en todas sus facetas, como sensualidad y pasión llevadas al límite:”será que ya no temo llegar a punto cero/ y tragarme tu universo” y como razón de vida, como en el conmovedor recuerdo del jorobado (”yace el asombro ante tanta belleza...ella le dio agua en la sed del tormento /y aunque inflame en el fuego /a la bella dama /guardará siempre en sus labios secos /la imagen de su rostro”)
La poeta llega entonces a su máximo desafío:”salgo a la pista / a danzar con la muerte” y en este largo camino confiesa que “La palabra me redime de la hipocresía”, porque sólo en la poesía podrá volcar el hilo de sus fuegos que en forma magistral arden por separado para unirse finalmente en la fuerza eterna de estas dos frases :”Por eso escribo. Soy poeta”

1 comentario:

  1. He tenido el gusto de acompañar a Graciela en la presentación refiriéndome a tan bello libro.
    Gracias Irene por el comentario.
    Saludos, Gus.

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