jueves, 1 de octubre de 2009

IRENE ZAVA - BISAGRAS

Desde la frase inicial que remita a un todo desde lo emotivo(”Soy parte de algo hecho con lágrimas”) este libro es sentimiento que late, dolor universal, sensibilidad que se comparte. El cuerpo se convierte en prolongación del cosmos, unión mística donde lo sexual obra como fuerza liberadora.(“Derrama su sexo en el horizonte…””Gotea el cielo entre sus piernas”). También hay una unión desde lo sensorial con “la tierra” cuando “Es mediodía” y alguien “Hunde los dedos en cada maceta”, visión en que la tierra actúa como elemento armonizador, porque “Es difícil vivir con uno mismo” y especialmente saber constantemente que alguien ”camina errante por la vereda/vestida con una bolsa/hecha para desperdicios” y tener consciencia de que se es en los otros, esa certeza dolorosa de saberse hermana y percibir la injusticia (“No pude mirarla a los ojos”), ya que “en el sufrimiento no hay piedad” sino agudo despertar, la voz marginal que “sigue su música” y “Recuerda que una vez fue amamantado y que alguien lo quiso”. Lo pasajero, las distintas realidades hacen que la autora diga “Renazco en tiempo de fantasmas” y se abren las bisagras, con el bautismo intenso del yo poético (”Me consumo en un fuego que lame”), desde “una ceremonia sin tregua” y la delicadeza extrema hecha fuerza: ”con dedos de humo entretejo huracanes”..
La búsqueda que la hace decir “Densa niebla lastima mi rostro” la lleva a percibir inevitablemente lo oculto en los demás (”Tanta mezquindad hiere”) y la herida es una llave porque “Mi grito sale de la tierra” y también una protesta (“Dónde quedaron los colores…”)
Como punto culminante de este libro que asemejaría a la Carta II del Tarot, la Sacerdotisa, llega el poema que lleva por título “Poesía”. Este poema refleja una entrega natural y totalizadora(”Me debo al agua y a ella vuelvo”) y el desacato de lo que no se refiera a esta búsqueda (“Llegan mandatos que no escucho“). Como maga, la poeta busca sumergirse en la totalidad de la Poesía (”Retomo el candil y llego a otra orilla”) donde está lo que anhela (“Desde lo más profundo resuena vida”).Y se lanza al descubrimiento consciente de sus dificultades (“Ella me llama a un mundo de sombras”) sin dejar de luchar cuando se enfrenta a “un naranja que me desafía” y penetra en la niebla de los tiempos(”Recuerdo entre sueños/haber observado por horas/el prodigio del fuego”)
Sin embargo, es consciente también de lo que surge y lo registra (“Construyo en permanencia”) cuando dice “Navego entre la realidad y el sueño”.
Ha llegado lejos Irene Zava en su recorrido, por eso deja su”Legado” (título de un poema).Toda la magia se le va revelando, el dolor inmenso y el goce, por eso “no es tiempo de volver” cuando “Los sentidos llevados al límite de la percepción escapan a uno mismo”.
En su gran aventura no se rinde (“Mejor unirse al vuelo redentor del/vampiro y el dragón”). Por eso, “encantamiento y coraje” son las armas de esta poeta que en “Última Paleta”, insiste con “Intuir, acariciar. Seguir buscando” para así “Acompañar al otro/en el desgarro…” y como buena pintora que también es: “aplicar el color preciso”.Nos regala un libro pintado con los colores del corazón.

1 comentario: