domingo, 28 de febrero de 2010

Virginia Segret – Con Bandoneón

En este bandoneón poético Virginia Segret hace un uso muy adecuado del lenguaje, dando rienda suelta a un lirismo bien porteño,que conserva el lunfardo tradicional y a la vez lo actualiza, lo vuelve moderno y parte de nuestra cotidianeidad.Ha de destacarse en la primera parte del libro el tono elegíaco con el que se pinta al puerto, al río, al arrabal, a los distintos lugares amados de la ciudad.
Muchos de los tangos asimismo llevan dedicatoria, pero no se trata de un simple nombrar al otro, sino que la persona nombrada forma parte intrínseca del tango, con toda la apelación afectiva que confiere el vocativo. Hay tangos de infancia, plenos de ternura; tangos de adolescencia, donde hay una auténtica enumeración de las costumbres, ideas, y lugares frecuentados por nuestra “generación perdida” y finalmente los hay trágicos, con toda la fuerza del dolor universal volcado en vena rioplatense.

Cabe decir además que el libro consta de dos partes y me reservo el comentario de la segunda parte para el final, donde adelanto que me referiré a los “Cachos”.


Es éste un libro musical, que comienza con una dedicatoria a Taio, joven bandoneonísta, cuya foto de tapa sobre fondo rojo simboliza la pasión compartida de los músicos y los poetas. La repetición del verso “Tocame un tango, Taio”, se va abriendo en acordes-imágenes, en trinos donde la música y la poesía se confunden(“Un tango imposible””Un tango de sudestada en el río”). La belleza de las metáforas, su celebración, no les quita, sin embargo, el dolor de expresar una realidad difícil (“una inundación incesante””Llename de aluvión de tango, Taio”).
Las imágenes de la noche toman una doble dimensión, la dionisíaca (“el tuétano sangrante de los vinos”) y la del misterio(“el embrujo de esta noche descampadamente azul”)El misterio se reitera en la expresión del yo lírico que se nombra como “esta trashumante/acodada en el filo del iris de su gato”.
En otro poema, dedicado a su madre, se señala al “suburbio entre malvones y magnolias foscatas/ y zanjones/ y ligustros y gansos y gallinas”, para contrastarlo con “aquel conventillo de la calle Reconquista”. Tejen una historia estos versos, la de la infancia , momento de tirar maíz sacado de una bolsita a las palomas de la Plaza de los Dos Congresos en “aquel Buenos Aires con cinco años de corazón”, donde aún permanecen “esas cagaditas blancas /en el bronce verde del caballo” . También nos llega el recuerdo del sabor de los helados del barrio de San Cristóbal y la memoria del payaso Armán, perteneciente a la comparsa del barrio .Y después, ya en la época de la juventud, cómo olvidarlo, se homenajea a los fideos de Pipo sobre su mantel de papel. Hay momentos de hondo lirismo, como en el Tango a la Casa de la calle Necochea 1115, La Boca, donde “se chifló la marea de las aguas/sucias de este Río de la Plata”. La desolación de los inundados se plasma en estos versos con reminiscencias lorquianas, que se repiten con ligeras variaciones significativas a modo de estribillo.”Y yo / en tu balcón / mirando”. La avalancha de imágenes llega como el destino en este inundación hecha tango: “calor de febrero y sudestada/(…) harapos, jirones en carne viva /en el torrente de fango”
No se debe olvidar la invocación a la Musa, que llega de la mano del Tango de la Garufa(”y hay una Musa enredada en abejorros/ al pie del obelisco”). La Musa se describe luego con más detalle, es una Musa agridulce, que sabe mucho de la realidad(”Va colifa la Musa por el mundo/convirtiendo las voces en campanas”(…) “Es una Musa, es una mina/pata en asfalto./Se moviliza”)
La Musa, diríamos ,se alimenta del sentimiento, y también lo hallamos en la música del violoncello(“Es un ruego infinito, un beso trágico”) porque hay un viaje “en el lamento de la nota”, donde el tango es pura melancolía y sabemos que “Es otoño y hace frío. Y uno busca el corazón”(¿Habrá una definición más auténtica que ésta de la poesía?).
Además, está Stella, Stella que vive en Londres y con quien el yo lírico establece una vía unitiva, la de los dos ríos, el de la Plata y el Támesis:( “Pero ella ríe. Ríe/ desde una orilla de lluvia de sábado lluvioso/ con el olor del barro/ de sus dos ríos dulcemente dormidos” )en la simultaneidad de los tiempos (“(…)aquí también es sábado./Y está lloviendo”.) que hermana las distancias.
El dolor se refleja también en los tangos de este libro, el dolor desnudo (“perdida en su laberinto de vacío Mónica/la pradera insomne de sus ojos”), un dolor de imágenes certeras y altamente poéticas con el que podemos identificarnos, cuando se definen la soledad y la angustia (“Los ojos ovillados, sin huéspedes.” ). Y agregamos también el dolor de la pérdida, por razones no explicitadas, y el recuerdo del esplendor de aquel amor( “Yo le daba mi pelo,/una marea revuelta de abrazos,/aletazos de jaguar,/Yo le dejaba en la boca / el intimo jardín de mis delicias”). La frescura al hablar del juego amoroso contrasta con la amargura del amor que ya no es(“Pena no haber podido escribir esta tarde/otro poema de amor”).
De tango en tango, vamos soñando hasta llegar al tango dedicado a Vincent Van Gogh y a Raúl González Tuñón, unidos en el sentimiento del corazón tanguero ( “Yo conozco una media con un agujero/y a un muchacho bretón con zuecos de madera”).. El sentimiento, la sensibilidad profunda nos permite la unión de elementos aparentemente no relacionados. Así, vemos también en el Tango para la mirada de Lian Qiang, el tema del desamparo del inmigrante (“De Taiwán,/sin su otoño y sin su luna/sin su casa, sin su nido./Golondrina/de Taiwán,/Lian Qiang.”)

Pero es en el Tango Del Angel en las Heladas Aguas de la Espuma, donde se desnuda el lirismo, (“No hay bandoneón que llore /esta tarde/por el ángel del Reino de la Espuma”).Interrogada la autora sobre este poema , me respondió que estaba dedicado a un amigo muerto. Sin embargo, esta información es irrelevante. Considero que está dedicado a todos los muertos amados.(“Sólo un crisantemo eterno /para la melodía/del latido apasionado de la Sombra”) y el vacío que su ausencia produce en el alma , que lo externo no parece registrar(”La ciudad no lamenta./ La ciudad no devuelve”) cuando por dentro nunca dejamos de tener presente al que añoramos. Sin embargo, “Es como un colibrí/que no se ve/el Tiempo” y nuestra percepción se modifica, como así también el recuerdo del ausente, que sabemos parte de la vida, como si se reciclara en la naturaleza(”las mariposas blancas que ya se despiertan”).
En Tango para la Dársena , hay un amor pleno de misterio, de ternura y sin futuro, como lo son los amores trágicos(“El puerto era un ramito de rosas en cemento”).Sin embargo tal vez el hecho de ser imposible vuelva más precioso ese amor: “Era tan brujo de río tu beso…”. Porque como lo dice el yo lírico profundamente mágico:”No hay amuleto más poderoso /que el perfume de una rosa esquiva”. Este tango conmueve hasta la médula porque tiene la música profunda del amor desolado. Y finalmente, llega, está Ella, pintada en todo su esplendor, como acompañada de las notas de un tango de Piazzola, la Muerte, en ese Tango en Amarillo, donde las crines furiosas avanzan y la tarea es montarlo, “el más brioso, el más caballo, a campo abierto.”. Estos tangos como hemos visto, cumplen con su cometido de poner en pocas líneas toda la vida y la muerte.

En la segundad parte , en cambio,”Suite Rea para el Cacho que dejaste, menos mal”, hay un desagravio femenino, una denuncia de maltrato masculino, que contrasta con el eterno reproche del tango hacia la mujer.Este Cacho “con olor a tetra brick”, “un grande explotador”, no tuvo buen final (“Quedó cachuzo Cachito /cuando al final le eché flit”.). Hay gracia y picardía en los versos dedicados a Cacho, y se advierten las quejas de las mujeres que trabajan y cargan con todas las responsabilidades sin ayuda de su pareja.(“Salí a la calle, busqué conchabo,/compré la carne, las zapatillas,/pagué tus cuentas, el alquiler”). Esta Suite Rea fue inspirada en casos de la vida real con los que la autora tuvo contacto y aunque sea terrible, está escrita con un lenguaje cotidiano que nos incita a que estos versos picantes se nos graben en la memoria.
Para concluir, diré que ambas partes , aunque distintas, representan la corriente filosófica y la canyengue presentes en el tango.

domingo, 14 de febrero de 2010

Alberto Luis Ponzo -Sobre el secreto trabajo

Este libro, en el que Alberto nos entrega los frutos de su “secreto trabajo” constituye un hito en la poesía argentina, un momento único donde se ahonda en el trabajo con la palabra con la experiencia de la labor incesante de años y la consiguiente sabiduría . Hablaré en este comentario sólo de la primera parte del libro, llamada justamente “Sobre el secreto trabajo”, donde el yo lírico se pregunta sobre la relación entre la palabra y lo humano, lo que representan las palabras y adónde nos llevan, el sentido mismo del decir. Ese “seguir lo que queda detrás”, esa búsqueda en la que el camino nunca se detiene “por el don de continuar sobre el papel”, cuando se parte y la aventura del viajero comienza “tomando el cuerpo de un sonido”, ese sonido que vibra “en el único nacer”, es tema del devenir poético. El “secreto trabajo” consistirá en “ser un rastreador” de lo que persiste, de lo ignorado, más allá de la finitud de nuestro tiempo en la tierra, “entre los trazos que dan aire”. La palabra lucha contra la muerte, no sólo desde la búsqueda, sino desde los libros, peor no libros abstractos, sino los queridos, los que han dejado una marca en el alma (“las releídas hojas”). La relación entrañable del hombre con el libro se expresa entrañablemente en estos versos:”los libros miran mis ojos/o mis ojos recorren el olvido/sus andados fragmentos/las ruinosas marcas de los dedos.”
El tiempo está simbolizado por los libros “en un hacinamiento de recuerdos” y se halla preservado en “las añosas cubiertas que fueron mías”, donde brillan “los ojos de la niñez”. Ningún libro electrónico podría entregarnos la palpable vitalidad de un libro verdadero, la energía de quienes transitaron sus páginas.
También en “¿Cambian los tiempos?” advertimos ese “página tras página” en donde cada palabra dice más allá de esta dimensión (“nos reconocemos de hace un instante/mientras cambiamos de ropa”) con su recorrido cíclico (“nada cambia/y se recomponen los sueños”). En el eterno fluir universal, esta palabra es un río que da vida a través de la voz de los textos que derrotan al tiempo ( ”mientras una lámina se ilumina/y en el fondo aún respiramos”).
Sin embargo, más allá de la finitud, la palabra se vive en el aquí y ahora, la vida de uno está indisolublemente unida a los otros, y la palabra vibra en el compromiso y la denuncia ante la injusticia y los sufrimientos del otro.:”ayer al ver el cuerpo desnutrido de un niño/en la ignominia de su abandono/ me he comprometido con su muerte”.
El yo lírico nombra “el inmenso acá” como “uno de los lugares más lejanos que conozco/donde estaré hasta morir”, y reconoce su limitación, la conciencia de ser-en-un-tiempo y un lugar. En este libro despojado y a la vez hondo en símbolos, el hombre se compara con la rama”desprendida de la inmensidad” que en su ser con el otro (“vio juntas a otras ramas/ya no sombrías ni perdidas”) halla “el calor secreto/que recibe del mundo”.
El recuerdo es a veces el “más claro” de los caminos, pintado con una minuciosidad y detalles que lo traen con fuerza a nuestra conciencia:(”un pañuelo en mi bolsillo/con tapas de cerveza y brillantes/bolitas…”).En este camino de regreso a la infancia campean la nostalgia y las voces del barrio (“las casas están deshabitadas””el barrio entero en sus voces se confunde”).
Tampoco sabremos, como pregunta Alberto luego”¿Cuál es la realidad?”, donde el yo lírico profundiza distintas dimensiones en un planteo filosófico de la separación y limitación de las distintas “realidades”, aparentemente absolutas para quien las percibe. Realidades como la belleza (“una mariposa”), la falta de solidaridad y conciencia (“hombres indiferentes”), el recomenzar de la palabra en “el silencio” y el origen del Universo (“alguna flor que ha fundado el universo”). Toda concepción d e la realidad, no obstante, no deja de estar sujeta a la finitud de quien la piensa “en un tiempo que ha huido en busca de respuestas”.
Así, cada momento de la existencia persiste, pese al tiempo, grabado en la conciencia. Esto se advierte en el poema “Encuentros familiares”, donde la presencia de los seres queridos puebla al yo lírico en una gran fiesta interior que nunca cesa (“un gran comedor es como el campo/con aire de árboles frutales/y caminos entre sillas silenciosas”)
Pero es en el poema “Nacimiento” donde la idea del espacio-tiempo nos acosa con una imagen:”la inocente vastedad del mundo/cae sobre el cuerpo”. Se nota el movimiento de la finitud dentro de la infinitud, como un acontecimiento del devenir del Universo. El pasado-presente-futuro se unen en este poema (“el espacio alimenta/y transforma el lugar/que llevará el recuerdo”).En la poesía de Ponzo el recuerdo se torna intensa vida, y también se avizora una cierta predestinación (“una puerta abierta al futuro”) en esa casa que ama (“no dejo de habitarla”).
En síntesis, “El Secreto Trabajo” nos ofrece una búsqueda desde la palabra siempre buceando en lo humano, el compromiso con el otro, la denuncia del “mal paso”. Y esta pregunta retórica que resuena y resonará a través de los siglos:”¿dónde encontrar al ser que en su piel ofrezca la verdad?”